El círculo vacío. Venerable Chwasan


Prefacio
Desde que empecé mi búsqueda de la verdad me ha interesado sentarme a meditar. En el camino experimenté las mejores y las peores cosas, sintiéndome por momentos en la más profunda de las agonías; y en otros, saboreando una felicidad y bienaventuranza sin límites. Tuve la suerte de tener a mis maestros espirituales cerca, de modo que mi práctica fue supervisada, conduciéndome hacia esta invalorable disciplina de la meditación sedente. Es para compartir esa joya preciada que ahora redacto estos comentarios al Método de meditación sedente.

Es una lástima que algunos seguidores de la Vía no comprendan el valor que tiene sentarse a meditar, o no encuentran la manera adecuada y así yerran el camino.
La meditación no se dirige al mejoramiento de las condiciones externas o circundantes, sino que se ocupa en cultivar la mente, que es la base de todas las cosas. Cuando se entrena la mente y se desarrolla su potencia se alcanza una energía intemporal que podemos emplear en todo momento de la vida cotidiana. ¿Qué tesoro podría ser mayor?

Toda labor o actividad en la que uno se entrene, en cualquier dominio particular, llega a desarrollar destrezas correspondientes, siempre que la práctica sea suficientemente intensa; empero, si esa disciplina no se complementa con la meditación, pueden surgir puntos débiles, que llegan a ser la causa de graves problemas cuando uno se enfrenta con situaciones verdaderamente difíciles. La fortaleza que uno obtiene al entrenarse para un tipo específico de situaciones no puede aplicarse con la debida amplitud, ya que las habilidades resultantes se limitan a dichas situaciones. En cambio, el poder espiritual que el practicante cultiva al centrar la mente puede aplicarse a todos los casos y situaciones, de modo que al recibir la joya preciada de la energía espiritual se obtiene una fortuna singular.

Los practicantes –tal como se explica en el Chungjeon- obtendrán muchos beneficios al sentarse a meditar. Una vez que se trascienden los pensamientos errantes la mente se expande sin medida, y cuando la concentración se instala en el Danjeon (1) se cultiva una gran estabilidad. Uno se vuelve preciso y eficiente en todo lo que realiza, y esto –de por sí- ya es un logro; aunque no se siga la Vía suprema de la meditación, sentarse con sinceridad y constancia dará lugar a un incremento de la determinación, perseverancia, resistencia y otras cualidades.

Es posible prefigurarse los amplios méritos que sobrevienen si uno transita el justo sendero al sentarse a meditar. Es por ello que redacto estos comentarios, para asistir al practicante en esa ruta: es mi esperanza que numerosos estudiantes se beneficien en su práctica de la meditación sedente.

Kwang-jung Lee
(Ven. Chwasan)
Maestro principal del Won Budismo
25 de octubre de 1997

(1) Centro energético sutil, ubicado en el bajo vientre, que corresponde al segundo chakra y al hara de los japoneses. (Nota del Editor)